El caballo del pensamiento
Miquel Bassols
PRESENTACIÓN
Ser el cuarto término de una serie solo garantiza el alcance lógico de su sucesión. El objeto que tenemos en las manos -pequeña joya de la edición andaluza- garantiza la presencia del psicoanálisis en nuestra ciudad, de nuestros poetas, de nuestros decires y de nuestros amigos.
El cuarto, el cuatro, los cuatro, tan caros a Lacan: tenemos cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis -inconsciente, repetición, transferencia y pulsión- ; cuatro discursos -del Amo, de la Histérica, del Analista, de la Universidad - y cuatro son las herramientas -Una ciencia sin raíces, El lenguaje del Yo en la modernidad, Salud mental y orden público, El caballo del pensamiento- que nos permiten combatir a los que piensan que hablar de Freud, Lacan y el psicoanálisis solo es una tentación de desconectarse del mundo contemporáneo.
Miquel Bassols acierta al mostrarnos un poderoso pensamiento en acción: el de Jacques Lacan. Más que nunca avanza, se desvía, se detiene, circunscribe, retoma. Siempre lúcido y riguroso. La excusa es un afecto: la angustia, el afecto que proporciona el título mismo del Seminario al que dedicaremos nuestra atención.
No es la primera vez que Lacan se refiere a este afecto, la angustia está bien presente en el Seminario IV - La relación de objeto- en torno al objeto fóbico y al objeto fetiche. Pero es la construcción de un nuevo objeto: el objeto a, causa del deseo, la que nos muestra un pensamiento más incisivo y creativo que nunca. Objeto a del que, no sin cierta ironía, mucho más tarde, se adjudicará la invención. Lacan lo construye a través de un sutil análisis de la angustia -la angustia no es sin objeto- , paradójico objeto del que sabemos que será a la vez parcial, no especular y pulsional.
La angustia es algo inquietante, es la espera de que algo ha de suceder, es, como nos recuerda Miquel Bassols, el caballo del pensamiento. Fenómeno clínico privilegiado por las neurociencias, se traviste de ansiedad, estrés, fobia, ataque de pánico… Bajo esos ropajes es tratada conductual o farmacológicamente sin dar cuenta de que, la angustia, no constituye ninguna demanda sino, precisamente, su fracaso.
Mil caras nos presenta la angustia en cualquiera de las producciones culturales: la etnológica con sus tótems; la técnica y sus gadgets; la literaria y sus dobles; la fílmica y sus horrores, una larga serie metonímica de manifestaciones donde la banalidad de un gesto o una acción adquiere una connotación que no puede explicarse en términos de lenguaje, pero es el análisis de la cultura como malestar otra de las formas de presencia del psicoanalista en la ciudad.
Luis Iglesias
