La religión, causa final
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La religión, causa final

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Reseña de la clase impartida por Isabelle Durand


David Sevilla

Reseña de la clase impartida por Isabelle Durand dentro del seminario sobre "La ciencia y la verdad" y "El triunfo de la religión".
Seminario del Campo Freudiano de Granada el 23 de febrero de 2019.

 


La exposición de Isabelle giró en torno a la importancia de la causa en psicoanálisis y más concretamente  de la causa final a partir del texto la ciencia y la verdad.


Reordenar la trayectoria de Lacan a partir del concepto “causa” es importante sobre todo en lo que a la dirección de la cura se refiere. El concepto mismo de cura es dependiente de la existencia de una determinada etiología, que podemos definir como un discurso sobre las causas.


Si nos retrotraemos en la teoría de Lacan en relación a las causas, vemos que uno de sus puntos de partida tiene que ver con la crítica a la causalidad orgánica que imperaba en las conceptualizaciones psiquiátricas sobre las enfermedades mentales. En “acerca de la causalidad psíquica” en 1946, ya podemos ver un esbozo importante de sus futuras elaboraciones teóricas donde precisamente el tema de la causalidad será el punto de capitón sobre el que apoyará parte de sus subsiguientes desarrollos teóricos.


Isabelle pondrá como ejemplo el trauma, que a partir de la teoría psicoanalítica deja de ser patógeno, deja de ser tributario de la etiología para pasar a ser tributario del significante. En  “instancia de la letra en el inconsciente” (1957), se inaugura el tiempo del significante como causa. El propio sujeto en su constitución subjetiva, queda atrapado en la relación significante S1-S2 como siendo representado por otro significante.


Lacan intentará mostrar como la organogénesis está en otro orden de causalidad frente a la libertad del sujeto y lo que posteriormente llamará  la insondable decisión del ser que orienta la cuestión de la causalidad psíquica. La libertad que el psicoanálisis otorga al sujeto no es la de “haz lo que quieras”, sino “hay eso, (mi modo de goce) y ahora con esto tengo que aprender a hacer de otra manera”, podríamos decir que es una libertad al margen mismo de la libertad y esto, ya es bastante. Podemos decir, que el psicoanálisis introduce en este punto la cuestión ética, la responsabilidad del sujeto frente al goce, que no va del lado de la culpabilización, sino del hacerse cargo con eso.


A partir de “posición del inconsciente” (1960), el estatuto causa se irá perfilando. Lacan toma la noción freudiana de efecto de retroacción, donde lo traumático se volverá “activo” en un segundo tiempo, en el que toma sentido para el sujeto. En la relación S1-S2 hay una discontinuidad en la que entrará en juego la función de objeto. La causa no puede pasar toda por el significante, hay un efecto de causalidad retroactiva que caerá sobre el objeto a y que vemos representado en la formulación del discurso del amo, donde el objeto, que encarna el goce, es un producto de la relación lógica que se produce.


El estatuto de causa como real, deja fuera el sentido y aparece por tanto una conceptualización de causa que no coincide en absoluto con el concepto de causa del discurso científico que se ubica en relación a la causa formal.


Podemos ver por tanto una doble causalidad, la causalidad significante que tiene como efecto el sujeto y una nueva determinación donde hay lugar para el margen subjetivo  y que es del lado del objeto como causa.


La cuestión de la causa como hemos visto,  tiene un lugar central, pero la cuestión es ¿de qué causa estamos hablando? Isabelle nos dirá que el problema de la causa en psicoanálisis es conseguir separar la causa material de la causa final. Cuestión fundamental de la que depende que el psicoanálisis no se convierta en una psicoterapia al uso, ya que precisamente una de las peculiaridades del discurso analítico frente a otros saberes “psí” es la no existencia de una causa final, el psicoanálisis no es teleológico. El sujeto, siempre contingente y ontológicamente precario, no está sometido a ningún desarrollo psicosocial, ni le obliga ningún destino natural más allá de su existencia hablante, sexuada y mortal.


El psicoanálisis, toma el significante como causa material del sentido, es decir, toma el lenguaje materialmente como hechos. Si la causa final tiende siempre a la significación, cosa que vemos bastante clara en la religión, el psicoanálisis al tomar el significante como causa material y por tanto en su separación con respecto a la significación, corta el finalismo del ideal. Estas conceptualizaciones se verán sobre todo a partir de la última enseñanza de Lacan en la que el síntoma es tratado como acontecimiento del cuerpo, donde el cuerpo es embragado por el lenguaje y el sujeto del inconsciente pasa a ser el parletre, el ser hablante. El significante toma su materialidad tanto del lado sonoro cuando produce sentido, pero también del cuerpo cuando produce goce. El significante como causa-goce. El cuerpo ofrece su materia al significante.


Una de las conclusiones de Isabelle es la dificultad que tenemos los psicoanalistas para salir de la deriva psicoterapéutica, entendida esta como la idea de progreso, donde habría un final, un estado psicológico o mental que alcanzar. Esta es una idea muy tentadora, de ahí que Lacan plantee en el texto, que al final lo más probable es el triunfo la religión o que el psicoanálisis mismo pueda convertirse en una religión.  Hay aquí un desafío pues es un riesgo necesario, el propio dispositivo analítico produce esta ilusión de causa final, “esto que le ha pasado, ocurrió porque estaba escrito en su inconsciente, (que está construido siempre en función al otro), así que usted es una víctima del Otro,  y nosotros vamos a liberarle de esto cuando encuentre el sentido de lo que le ocurre”.


La noción de Sujeto Supuesto Saber, introduce la función de la necesidad en la historia del sujeto y la finalidad en forma de ficción, así en el sujeto que acude con un “no sé por qué siempre me pasa esto”, va desvelando en el trabajo analítico una historia que diera la sensación de que ya estaba allí, dada de antemano en el inconsciente y que la función del analista fuera la de leer eso. Este “ya estaba allí” es una ilusión necesaria, el problema surge, cuando el analista cree esta ilusión y cae en la infatuación del Sujeto Supuesto Saber. Por tanto, el psicoanálisis corre el riesgo de convertirse en una religión en el momento en el que la causa material queda subsumida, confundida o transformada por la causa final.

David Sevilla

 


 

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