De la plusvalía al plus-de-gozar. Mercado del saber, huelga de la verdad. Topología del Otro. El hecho y el dicho
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De la plusvalía al plus-de-gozar. Mercado del saber, huelga de la verdad. Topología del Otro. El hecho y el dicho

De la plusvalía al plus-de-gozar
Mercado del saber, huelga de la verdad
Topología del Otro
El hecho y el dicho

Reseña de la clase impartida por Gustavo Dessal


Soledad Ibañez


Reseña de la presentación de Gustavo Dessal sobre los capítulos 1 al 4 del Seminario 16 de Jacques Lacan: De un Otro al otro, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 18 de octubre de 2014.

En la primera sesión del seminario XVI, Gustavo Dessal nos aportó puntos de referencia de la elaboración psicoanalítica necesarios para poder abordar la complejidad de este seminario. Sería pertinente recordar algunos de ellos.

El Seminario recoge la marca de los acontecimientos de Mayo del 68. Vemos en Lacan un pronunciamiento claro a la hora de mostrar cómo el psicoanálisis, en la medida de sus límites, puede aportar algunas luces para la comprensión de lo político, una cierta lectura de la realidad del mundo.

Lacan nunca renegó de su relación con el estructuralismo, vía fundamental, que le permitió la andadura de lo que el denominó como el Retorno a Freud. Hay que señalar en este punto la importancia de Saussure, lingüista que marcó la dicotomía entre significante y significado. Lacan reelabora el algoritmo de Saussure S/s, para resaltar la importancia de la barra para sostener los efectos del inconsciente, de lo que del significante pasa al significado.

En Saussure encontramos el primer intento serio de extraer la lógica mediante la cual funciona el lenguaje.

Tenemos, en el inicio del seminario escrito en la pizarra:
“La
esencia de la teoría psicoanalítica es un discurso sin palabras”.
Frase misteriosa en la que se destaca el término discurso, y el término palabra. ¿Qué es un discurso sin palabras?

Estamos en un momento en el que después de años elaborando, a partir del concepto de significante, el lugar, la función, y el estatuto que el lenguaje tiene en la constitución del sujeto, Lacan se interesa por el término “discurso”, que incluye al lenguaje, pero en un alcance más amplio, ya que la noción de discurso constituye y da cuenta de un lazo social.

Veremos en el Seminario XVII, “El reverso del psicoanálisis”, su teoría de los cuatro discursos, como efecto del estudio de las múltiples formas de vínculos humanos, discurso del Amo, Universitario, de la Histeria y el Analítico, siendo este último una forma de lazo muy particular, modulado por la transferencia.

En Lacan constatamos el esfuerzo de dotar al psicoanálisis de un rigor indispensable, para dar cuenta de la experiencia analítica, rigor que encontró en la lógica, y que dio como resultado lo que conocemos como matemas (mito, en referencia a Claude Levi- Strauss, y mathema, del griego, que significa conocimiento). Tenemos: A, a, s, $ , d, D, letras y combinaciones como ($<> a) fórmula del fantasma. Grafos y matemas que contribuyen a una transmisión que no esté excesivamente cargada de significación, de sentido, sentido que siempre tiende a multiplicarse en un malentendido sin fin.

En la elaboración lacaniana, las referencias a la filosofía se plantean como necesidad interna de la empresa psicoanalítica, no porque la considere un antecedente del psicoanálisis, ya que el psicoanálisis, lejos de remendar los agujeros del universo, acepta y promueve la idea de que el universo de la condición humana está lleno de agujeros y, como ejemplo central, tenemos la relación Hombre-Mujer, nos referimos a la castración, descubrimiento freudiano, que Lacan aborda permanentemente; hay muchas maneras de decir la castración, aquí encontramos una forma bastante descriptiva: la castración interviene tanto en el hombre como en la mujer, es algo que los dos tienen en común, ambos están afectados por ella, no de la misma manera. Para la mujer es un hecho acontecido en calidad de fantasma. Para el varón no tiene lugar, pero se inscribe bajo la forma de amenaza. La relación Hombre- Mujer está marcada, en tanto no es una relación natural, y está aquejada de una falta de armonía ineludible, que constituye un axioma, un principio fundamental: la no hay relación sexual (NRS), el hecho de que en el inconsciente, tanto el hombre como la mujer, carecen de los significantes que permitirían la asunción de su sexo natural, es decir, el significante no alcanza a decir la relación sexual.

El psicoanálisis no es una Filosofía, no se identifica con una tradición que alcanza en Descartes, en el cogito cartesiano, uno de los puntos principales de su evolución. Descartes prescinde de cualquier definición del Ser, lo asume como una evidencia de la certeza del hecho de pensar, para el sólo una cosa es segura: ”pienso, luego existo”, podríamos añadir: existo como pensante, idealmente, siguiendo esta estela, se llega a algo del orden del conocimiento total, a la idea de que existe un pensamiento de acuerdo consigo mismo, que se sabe a sí mismo.

EL psicoanálisis entra en franca contradicción, primero con la idea de que el pensamiento se puede conocer a sí mismo, segundo con la posibilidad de deducir del hecho de pensar que somos. El inconsciente y sus formaciones, dan cuenta de un pensamiento que puede no ser sabido, lugar de un saber fuera del alcance del sujeto, condenado por tanto a no saber. Se trata más bien del hecho de que “ello piensa en mí”, y la cuestión es dónde hallar la raíz de ese pensamiento.

Estamos ante un largo camino en el que Lacan vio que no era suficiente el estudio de la lingüística y su reelaboración.

Más allá de las formaciones del inconsciente y sus consecuencias, ¿cuál es la causa del inconsciente?

Cuestión teórica, pero fundamentalmente clínica.

Con el planteamiento de la causa, desembocamos en una noción crucial, otro modo de nombrar la castración: la idea de una falla en el centro de la estructura subjetiva, falla irreparable a partir de la cual se pone en movimiento la práctica analítica. Falla, motor de la estructura subjetiva, y también de la cura, siempre que no se piense como superable, más bien se trataría de una aproximación, de una cierta reconciliación con esa falla inaugural de la condición humana.

Freud encontró que en el inconsciente no existe, la partícula para indicar la negación, no existe la representación del genital femenino y tampoco existe un símbolo que permita escribir qué significa la muerte. Lacan tomó esto muy en serio, su idea de la NRS recoge el hecho marcado por Freud de que el inconsciente en sí mismo está afectado por esta falla. Tres representaciones de gran peso faltan en él, la estructura lingüística no alcanza para explicar el motor que da vida al inconsciente, “estructurado como un lenguaje”, sí, pero no sólo se trata de representaciones, sino que esta maquinaria esta animada por otro elemento que para Freud era la Libido, forma de nombrar algo que da una tonalidad particular al inconsciente, y a su descubrimiento de la sexualidad que va más allá de la implicación convencional del término. La teoría de la sexualidad es elaborada a partir del concepto de Pulsión: manera en que el cuerpo se hace presente en el inconsciente, el cuerpo tomado en la lógica del inconsciente, no como puro organismo en relación a una realidad natural.

Es precisamente esta ruptura del sujeto con el orden natural, y el no dejar de lado el concepto de inconsciente lo que nos va a ayudar a articular la lógica política, social y económica del capitalismo con la subjetividad, con lo humano. De entrada para L. no hay discurso que pueda constituir una totalidad, salvo que asuma la pretensión de sustentar un carácter absoluto y universal, lo que entendemos por totalitarismo.

En el ejemplo del pote de mostaza, metáfora de lo que es un significante, vemos que es a partir del momento en que lo vaciamos por completo y nos quedamos sólo con el continente, lo que rodea el vacío y por el hecho de la etiqueta “pote de mostaza”, cuando cobra su verdadera esencia, independientemente de lo que vaya a contener después. Lo que lo define no es el contenido, de la misma manera que el significante es anterior al contenido de esa palabra. Aún más, si le hacemos un agujero, lo hemos privado del contenido y de su función de uso. No sirve, pero a partir de ahí cobra su máxima gloria, la vida eterna, la belleza del ánfora. Todo ello como correlato de que según dónde pongamos un significante , este puede tener un valor o puede tener otro. La verdadera estructura del pote se pone de manifiesto una vez privado de su contenido y de su función de uso. Aparecen entonces nuevas funciones, desde un tubo hasta un

 

objeto con capacidad sonora, función que nos lleva a ese más allá de lo lingüístico: el sonido, origen de algo esencial en nuestra relación con el cuerpo que es la voz, uno de los objetos fundamentales que el psicoanálisis descubre en la estructura de la subjetividad. Voz, puro sonido que nos envuelve desde nuestra llegada al mundo y que requiere de un tiempo para adjuntarse al orden de la significación. Voz con la que siempre mantenemos una cierta relación de extranjeridad, que afecta también a la imagen: hay algo que no termina de reconocerse como enteramente propio.

Vemos en el Seminario X cómo la teoría del significante debe ir de la mano de una teoría que dé cuenta de la relación con el objeto, y Lacan va a presentar una nueva forma de tratar el “objeto a”. Es en el seno de Mayo del 68, donde el discurso marxista está en la subjetividad de la época, donde Lacan va a mostrar que hay una relación entre los conceptos de plusvalía y objeto a que va a ser nombrado como objeto “plus de goce” o de gozar.

Plus implica un más, sin embargo, en ello vemos que hay una pérdida, ¿por qué no decir “menos de gozar”?, el “plus de goce” tiene un valor paradójico, ya que el ser humano constituido como efecto de discurso, sufre de una pérdida de un goce originario, mítico. Tratar de reencontrarlo está detrás de todo lo que hacemos, y ahí es donde encontramos la función de la causa: lo que mueve a la repetición es el esfuerzo constante y prometido al fracaso de una recuperación imposible.

¿Por qué esto presenta para Lacan una homología? Es claro que la plusvalía es algo que al trabajador le es arrebatada, es la ganancia del capitalista, ganancia que no procede del mero intercambio de bienes, sino de la parte de trabajo sustraída al trabajador a cambio de nada, forma decidida de explotación.

Despojado sin que él lo sepa, de la misma manera en que sin saberlo vivimos afectados por una carencia, precio que pagamos por constituirnos en el lenguaje, que no podemos explicar y que argumentamos sin fin.

Algo originario y mítico que nos ha sido arrebatado, es también una redefinición de la Castración, un primer abordaje, ya que la palabra no puede contener todo el goce, al hablar se recupera y al mismo tiempo se reedita esa pérdida, que el sujeto va a tratar de recuperar en el campo del Otro donde se supone que se encuentra el objeto que vendría a restañar, a cubrir esa pérdida.

Marx encuentra en su estudio algo novedoso, y es que el trabajo en la sociedad capitalista formaba parte del mercado, el trabajo entendido como una mercancía, algo que se compra y se vende como cualquier otra, y esto le permite introducir la función de la plusvalía. Esto en su tiempo no era obvio. Es necesario entender algunas posiciones filosóficas que forjaron el capitalismo, no sólo desde el punto de vista económico, se

 

trata de ver qué se transformó en esos momentos de la historia, y cómo en la actualidad estamos retrocediendo en el campo del pensamiento y de las relaciones sociales

Por qué la gente se sometió a entrar a aquellas condiciones terribles de las fábricas (todos recordamos a Chaplin, explicándolo de insuperable manera, en ‘Tiempos modernos’).

Además de las condiciones de marginación, de pobreza y desamparo brutales, se hizo un trabajo meticuloso para que gente que subsistía se convenciera de que había que trabajar para conseguir algo más, acumular, nunca es suficiente .Toda esta filosofía se valió de algo que habitaba efectivamente en la estructura de la subjetividad. Tenemos que partir del hecho de que el capitalismo es una cruzada contra la naturaleza, lucha indeclinable. Me permito la licencia, si os parece, de leeros un poema de Zhivka Baltadzhieva, poeta búlgara, ser humano, desarraigado y agarrado a la vida desde que, pongamos, nació cuando su padre vivía invisible en un campo de concentración,

PROTOCOLO DE KYOTO

Este año las golondrinas llegan diez días antes.
En las laderas de la Cornisa Cantábrica
los urogallos se muestran dóciles, luego obscenos te piden caricias
y encolerizados te persiguen.
Hembras de moluscos con pene
y ballenas macho con útero y ovarios
vienen a suicidarse a las orillas de nuestras playas. Las cigüeñas no migran.
Migran los bosques.
¿O marchan furiosos?
No hay ni charco

para lavarse las manos.


(De 'Fuga a lo real', editorial Amargord)

 

Esto es posible en la medida en que somos seres que habitamos en lo simbólico, y por ello no tenemos una relación de copertenencia con la naturaleza, por eso fue posible introducir la idea de que además de lo necesario, otra cosa podía ser interesante para suscitar el deseo, había que tener cosas que ni tenían valor de uso ni de cambio... pero que tenían valor de goce, que Marx define como “fetichismo de la mercancía”. El capitalismo descubrió que eso que queremos encontrar en el Otro, ¿por qué no fabricarlo en serie? Vemos entonces cómo la alianza con el discurso científico- técnico consigue repoblar el mundo de pequeños dioses, que pueden encarnar la realización parcial de ese goce, objetos que cumplen una función extraordinariamente compleja (apple lanza un nuevo producto).

Realización parcial de goce, plus de goce que encontramos en principio en la estructura del fantasma, donde el sujeto, carente de significante que lo represente, que le aporte identidad, afectado por un vacío, está ligado a un objeto que intenta colmar ese vacío, el sujeto recupera en el fantasma algo de su ser perdido. Siendo la mercancía un sucedáneo del objeto en el inconsciente.

En este seminario Lacan va a redefinir la castración, desde un tiempo preliminar, en el encuentro del viviente con el lenguaje y la pérdida de goce que ello conlleva, hasta el complejo de Edipo, que dota de un marco representativo al sujeto, siendo en la Castración Edípica donde se manifiesta lo que se pierde del goce, cuando se ha sexualizado al ponerse en juego con otros elementos, como el deseo, el falo, etc.

Entonces: ese punto donde la libido se ha fijado es lo que constituye el fantasma, lo que le da al sujeto una cierta consistencia de ser, dado que es un vacío, y además aporta el sentido de continuidad en la existencia, el sentimiento de que poseemos una historia. Este sentimiento no nos viene dado por el significante, lo que nos lo aporta es el goce. Las entrevistas preliminares nos ayudan a percibir en algunos casos una cierta dificultad del sujeto para situarse en su historia.

En este seminario, Lacan señala la importancia del saber, y de la relación estrecha y de posibilidad de existencia del capitalismo con el saber científico-técnico. La alianza entre capitalismo, industria, ciencia y mercado tiene un carácter indisoluble, este sistema, sin embargo hace síntoma y lo hace en el lugar del trabajador, ya que él es el lugar sagrado del elemento conflictivo, que es la verdad del sistema: donde lo que le ha sido arrebatado al sujeto que trabaja, redobla la pérdida originaria como hablante y se lo impulsa a tratar de recuperarlo en un circuito sin fin, que lo enlaza a una relación con el goce, más allá del principio de placer, que sufre una torsión y se convierte en sufrimiento.

Ceder goce es condición para trabajar y es condición sine qua non para el saber.

Es necesario que el sujeto consienta perder goce para que admita entrar en el campo del saber, no es un proceso natural, además tiene que encontrar en el saber algo de eso mismo que ha perdido, una cierta felicidad. Vivimos en un momento de transformación en la relación que sostenemos con el saber, habitamos en el seno de un discurso, de una estructura social donde, a través de mecanismos precisos, se quiere eludir la cuestión de la pérdida, la categoría de lo imposible. Es necesario estar atentos a las consecuencias de los efectos sintomáticos que el entramado social produce, consecuencias de las que hay que hacerse cargo, ya que no estamos exonerados de la responsabilidad que emerge de nuestro decir. Esta posición que Freud llevó al extremo, señalando la implicación del sujeto hasta en los sueños, es un punto clave en la clínica psicoanalítica, y por lo tanto de la responsabilidad que nos atañe en lo social.

Un punto más, si en principio el Otro, el campo de lo Simbólico, tesoro de los significantes, se presenta como algo completo, en un segundo momento lo que tenemos es una modificación fundamental: el Otro marcado por una barra. El sujeto mismo es lo que incompleta el lugar del otro, siempre va a faltar un significante que represente por sí mismo al sujeto. Recordemos que ciertos significantes faltan en el inconsciente, lo que hace que lo simbólico esté en déficit en relación al registro de lo real. El arte muestra la posibilidad de hacer algo con lo imposible, la posibilidad de que algo de ese imposible sea dicho en la literatura. También en la pintura, y en la fotografía, en su revelar algo de lo invisible. Cada forma de arte nos evoca un reflejo de lo real que danza entre los significantes.

El Otro aquejado de la falta en relación al significante es lo que determina su incompletud, pero Lacan da un paso más, mostrando la inconsistencia del Otro. Añade una tercera dimensión, que es el goce, la sustancia gozante, además de la red pensante o la red extensa, ubicadas en el pensamiento cartesiano. Goce que reúne el concepto de libido y el de pulsión de muerte.

El goce es la sustancia del pensamiento, todo pensamiento está sostenido en un goce.

Goce que tiene la peculiaridad de ser paradójico, situándose del lado del placer, o bien del lado del displacer. La relación que el sujeto tiene con su goce, como en realidad Freud planteaba, es una relación malograda, es decir, es imposible el goce absoluto, y el Otro también está afectado por esta modalidad de falta que lo agujerea.

Lo hace, en definitiva, inconsistente.


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